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DENTRO O FUERA: EL PELIGRO DE ENTRENAR INDOOR por Dan Edwardes

Parece parkour, se le llama parkour… ¿será parkour, no? Pues no.

Estos últimos años hemos visto proliferar unas cuantas academias de parkour o free running por todo el mundo. Increíbles lugares cubiertos con buen equipamiento y estructuras construidas específicamente para hacer parkour. Se han convertido en algo muy codiciado en algunos países, y a muchas comunidades nuevas se les da a conocer el parkour de esta forma: entrenando indoor. Y no hay duda de que desarrollar el parkour indoor en una zona pensada para ello ha permitido atraer a miles de personas de demografías totalmente nuevas. Ha hecho el parkour accesible a una gran parte de la población; población que no hubiera conocido el parkour si este se desarrollara en su entorno natural.

Ha funcionado. Tal vez, demasiado bien.

Una academia no está echa de piedra o madera, y no consta de edificios. Proclamarlo una academia no lo convierte en una. Una academia está constituida por los individuos que guían y enseñan, que transmiten conocimiento y ayudan a otros a aprender; está constituida por aquellos que son de verdad capaces de dirigir, que entienden que la enseñanza en sí es una disciplina y una aptitud, tan exigente y complicada como el parkour mismo. Son las personas las que convierten a una academia en lo que es, las que hacen de ella algo de valor para otros y para la comunidad.

Tener una estructura, un espacio o un edificio no es suficiente. No es nada, de hecho. Una academia es un objeto de conocimiento y experiencia; sin ello, incluso el edificio más grande del mundo es inútil. Y bastante a menudo las mejores fuentes de conocimiento y enseñanza se desarrollan lejos de las mejores instalaciones.

Durante muchos años, mucho antes de que se pensara siquiera en una academia de parkour, los fundadores enseñaban a pequeños grupos en Francia: en Evry, Lisses y Sarcelles. Transmitían lo que habían aprendido, ayudaban a otros a encontrar su propio camino de manera muy privada y personal. Lo hicieron sin necesitar ningún tipo de edificio, equipamiento especial o estructuras, sin necesidad de instalaciones.

Y era, sin embargo, una verdadera academia de conocimiento, y aquellos afortunados que practicaron en ella tuvieron acceso a todo ello y más.

Nosotros enseñamos en cubierto. De hecho, nosotros empezamos a hacerlo. El entrenamiento indoor tiene sus usos, y por ello seguimos usándolo.  Sin embargo, tiene que llevarse a cabo de manera equilibrada. Siempre hemos intentado no depender de espacios indoor a medida o “centros de parkour” especializados, porque hay una diferencia cualitativa sutil, pero muy importante, entre entrenar para adaptar tu movimiento al entorno, o adaptar el entorno a tu movimiento.

No puedo hacer suficiente hincapié en este punto, y el mayor peligro de la aparición de estos centros de parkour es la pérdida de los conceptos básicos que moldearon y forjaron la disciplina en los primeros años. Los conceptos de descubrimiento, exploración, adaptación y desafío: encontrar soluciones a los problemas que surgen de la nada, e interaccionar con un entorno que no está diseñado para ser usado de esa manera.

Esto no significa que el entrenamiento indoor es algo “malo”, ni mucho menos. Como he mencionado antes, ha permitido la expansión del parkour y trae consigo considerables beneficios a la sociedad que de otra manera no se hubieran dado. Las escuelas son un buen ejemplo, pues estas y otras instituciones similares no hubieran abierto sus puertas a la enseñanza del parkour si no se hubiera desarrollado en un espacio cerrado y controlado.

Es fantástico utilizar estos espacios indoor y los edificios construidos a medida como una herramienta para trabajar ciertas habilidades, entrenar en grupo o permitir a aquellos con poca confianza en si mismos aprender los conceptos básicos de movimiento y hacerles ver su propio potencial. Pero este tipo de entrenamiento tiene que ser utilizado como un suplemento al parkour de verdad. Nunca debe reemplazarlo. Y para cualquiera que cargue con la responsabilidad (y es una responsabilidad muy seria) de enseñar parkour a otros es imperativo mantener este equilibrio.

El parkour es un concepto, un enfoque a la vida y el entrenamiento. Tiene una esencia, aunque es difícil de definir. Es mucho más que una amalgama de habilidades atléticas, agilidad y entrenamiento de fuerza. Esa esencia se encuentra y desarrolla mejor en su entorno natural: que es, paradójicamente, cualquier entorno que no fue diseñado específicamente para hacer parkour.

Lo que intento decir es que si permitimos que el parkour se desarrolle en estos centros indoor y espacios controlados, lo condenamos a perder su esencia y a una muerte prematura. Y, peor aún, negamos a las futuras generaciones de nuevos practicantes los beneficios y verdades más importantes que puede ofrecer el parkour: el descubrimiento y conocimiento de uno mismo al enfrentarnos al mundo libre que nos rodea.

El parkour tiene la capacidad de hacer libre todo lo que toca: desde individuos, hasta comunidades enteras. Su esencia resuena en algo profundo y salvaje con lo que todos nacemos. Todo esto debe ser lo que se encuentre en el corazón del parkour. Cambia eso y no importa lo lejos que saltes, lo fluido que sea el movimiento, lo precisa que sea la recepción: no será parkour.

2012 © Parkour Generations

Artículo escrito por Dan Edwardes para http://www.parkourgenerations.com y cedido a http://www.umparkour.com/

Traducción de Jonan Nieto para http://www.umparkour.com/
Leer artículo original en inglés aquí: http://www.parkourgenerations.com/article/or-out-dangers-moving-indoors